Los parques y jardines están preciosos y embriagadores con tanta profusión de color y aromas. Los disfruto, pese a la alergia, que de momento combato bien con los antihistamínicos ; D
Cuando comienza la floración del espliego o flor de lavanda, tengo por costumbre recoger ramilletes que, una vez secos, guardo en bolsitas de tela y que uso para perfumar mis armarios y cajones, pues además de dejar un delicado aroma son un excelente fungicida.
Cuando empecé con el blog descubrí que también tienen usos culinarios. En repostería, podemos utilizarlas para aromatizar bizcochos, galletas, etc, también para hacer infusiones o , como es el caso, para elaborar una rica y aromática vinagreta.
ELABORACIÓN:
Dejamos secar las flores; con uno o dos días a temperatura ambiente será suficiente.
Mezclamos los dos aceites, añadimos las flores de lavanda y las hojas de tomillo, removemos y dejamos reposar unas horas para que los aceites se impregnen del aroma de las plantas.
Añadimos la sal, la pimienta, la miel y el vinagre y emulsionamos. A mi me gusta introducir todos los ingredientes en un frasco pequeño de cristal, cerrar la tapa y agitar; pero podemos hacerlo con unas varillas manuales o , si queremos que la vinagreta sea más intensa, triturándolos con una batidora eléctrica.
Es una vinagreta deliciosa y muy aromática, cuando la pruebas no sabes si estas degustándo u oliéndo la flor.
Con ella he aliñado una sencilla ensalada que os pondré en la próxima entrada, porque esta vinagreta merece mención a parte y no quería restarle protagonismo.
Espero que os haya gustado y os animéis a probarla, ahora que el espliego está en plena floración y es fácil recolectar sus flores.
Fuente: Can Colette