Sí, ya sé que la blogosfera está invadida de Bicas de Laza, pero faltaba la mía ;) Además, quién sabe, quizás aún haya alguien que no se haya enterado de su existencia.
Lo primero que me atrae de una receta es, por supuesto la presencia, no en vano se dice que comemos por los ojos y a continuación me interesan los ingredientes, porque para mi, supongo que como para vosotros, cuidar la alimentación y hacer una dieta sana y equilibrada es primordial.
Eso no quiere decir que de vez en cuando y compensándolo después, haga platos con un poco más de la cuenta de mantequilla, nata, azúcar... pero como excepción a la regla, y no solo por cuidar lo que está a la vista, sobre todo me preocupa lo que está por dentro y qué a veces da la alarma cuando ya no hay remedio.
Esta bica blanca de Laza que hoy os muestro es esa excepción a la regla de la que os hablo. Su aspecto es una preciosidad, con ese tono blanco y esa capa superior dorada y cuarteada, pero cuando vi la cantidad de azúcar me echó para atrás. Sin embargo, son muchos los blogs que la han publicado y todos alaban su extraordinario sabor y su estupenda textura, algunos dicen que es el mejor bizcocho que han probado. Movida por la curiosidad y las ganas de probarlo, porque a mi con otra cosa no, pero con un bizcocho se me tienta y mucho, pasé por alto la cantidad de azúcar, aunque puse un poquito menos (¡¡¡ 30 gramos menos!!! jajaja) y me puse manos a la obra.
El aspecto, como podéis comprobar, inmejorable y el sabor a nata, riquísimo, pero para mi gusto tiene demasiada cantidad de azúcar, con una pequeña ración te llenas enseguida; es lo mismo que me han comentado en mi familia, quizás porque no estamos acostumbrados a que los postres sean tan dulces. La textura es densa, más tipo sobao que bizcocho.
Os la aconsejo si queréis daros un capricho dulce y de delicioso sabor, que mejora aún más en días posteriores.
INGREDIENTES:
- 8 claras de huevo
- 350 gr de harina
- 350 ml de nata 35% M.G.
- 430 gr de azúcar
- mantequilla
ELABORACIÓN:
Enmantequillamos el molde o lata, lo forramos con papel de hornear y lo enmantequillamos.
Precalentamos el horno a 180º
Con la batidora de varillas, montamos la nata, que ha de estar fría para que nos monte bien. Reservamos.
Montamos las claras a punto de nieve y añadimos el azúcar poco a poco y sin dejar de batir hasta obtener un merengue. (He echado 400 gr y reservado los 30 para espolvorear por encima)
Tamizamos la harina y se la vamos agregando poco a poco mientras seguimos batiendo, hasta que esté totalmente integrada.
La masa resultante la mezclamos con la nata montada, con movimientos envolventes y suaves y siempre hacia el mismo lado, para que no se bajen las claras. Lo mejor es usar una espátula o cuchara de madera.
Cuando esté todo integrado lo volcamos sobre el molde, repartiendo bien la masa y alisándola. Espolvoreamos con azúcar por toda la superficie.
Horneamos a 180º, calor arriba y abajo, durante 45 minutos aproximadamente . Comprobamos con el palillo.
Enfriamos sobre una rejilla. Queda con una costra dura por arriba, que se cuartea; es así como tiene que estar.
Se sirve sobre el papel de hornear, está más rica al día siguiente (si puedes resistir su olor) y aguanta sin resecarse varios días.
Tamaño de mi molde: 30 x 8,5 cm y 5 cm de altura
Fuente: O´Garfelo
El que tiene un por qué para vivir puede soportar casi cualquier cómo (Nietzche)