jueves, 12 de junio de 2014

Áspic de cerezas con base de panna cotta





 Llamamos áspic a la sustancia gelatinosa empleada en la elaboración de platos fríos:  de jamón, foie gras, mariscos, verduras... y también de frutas. Se trata de gelatina con sabor, moldeada y aromatizada

A mi me gustan en especial los áspic de frutas, ya que me parece una manera muy original, vistosa y fresca de presentar y tomar las frutas, además de beneficiarme de todas las propiedades nutricionales que me aporta tanto la fruta como la gelatina.


¿Sabiais que , la gelatina principalmente contiene colágeno (entre un 85 y un 90%), sales minerales, agua y azúcares ? Por lo que resulta muy beneficiosa para nutrir nuestra piel, uñas y cabello
Es además un alimento rico en proteínas ( 100 gr contienen 84,40 gr de proteínas). Por este motivo
 es un alimento recomendado especialmente para el desarrollo muscular.  Por lo que  debería de estar incluida en la dieta de niños, adolescentes y embarazadas, pues en estas etapas es necesario un mayor aporte de este nutriente.
Resulta muy digestiva, por lo que se recomienda  a las personas con problemas digestivos (gastritis, cólicos) Y debido a que es un alimento que no tiene grasas, también se recomienda en las dietas de adelgazamiento.

 En esta ocasión he empleado una de mis frutas favoritas: Las cerezas, que además ahora están de temporada.

En esta receta quise hacerle una base blanca, hecha de panna cotta (en ocasiones también la hago con cuajada) , para que resaltara más el postre y le aportara contraste de sabores y colores. La combinación de sabores resulta deliciosa, os la recomiendo.












INGREDIENTES: (Para 4 raciones)

Áspic de cerezas
  • 1 sobre de gelatina de fresas o frambuesas
  • 500 ml de agua mineral
  • 300 gr de cerezas
Base de panna cotta
  • 200 ml (un vaso) de leche 
  • 200 ml (un vaso) de nata para montar (35% MG)
  • 4 cucharadas de azúcar
  • 2 hojas de gelatina
  • 1 cdta de aroma de vainilla 

 ELABORACIÓN:

 Para el aspic de cerezas:

Lavamos las cerezas y las deshuesamos procurando romperlas lo menos posible (Ideal si tenéis el aparatito deshuesador)
Ponemos al fuego 250 ml de agua hasta que empiece a hervir. La retiramos del fuego y vertemos el contenido del sobre de gelatina, removiéndolo hasta su completa disolución.
Añadimos un vaso (250ml) de agua fría y removemos.
Vertemos sobre un molde adecuado y llevamos al frigorífico.

Cuando está a medio cuajar, colocamos las cerezas, de modo que queden cubiertas por la gelatina y volvemos a poner en el frigorífico hasta que termine de cuajar.




Para la panna cotta:

Ponemos las hojas de gelatina a remojar en agua fría (unos 10 minutos, dependiendo del fabricante)

Ponemos un cazo al fuego con la leche, la nata, el azúcar y la vainilla, hasta que alcance el punto de ebullición. Retiramos del fuego y añadimos las hojas de gelatina muy escurridas. Mezclamos bien hasta que estas se disuelvan en la mezcla.

Reservamos hasta que temple, removiendo de vez en cuando para que no nos cree costra. Si se la añadiésemos caliente a la gelatina de cerezas la disolvería y no nos haría capa, por lo que hay que tener la precaución de incorporarla templada.

Una vez templada, la vertemos suavemente sobre el áspic de cerezas que teníamos en el frigorífico y volvemos a llevar unas horas (entre cuatro y cinco horas)  a la nevera hasta que la panna cotta haya cuajado.

Para desmoldar, vertemos agua caliente en un recipiente y sumergimos los moldes del áspic (sin llegar al borde)  en ella durante unos segundos, lo que nos facilitará el desmoldado.






No me digáis que no queda un postre colorido, ligero y refrescante. Y por supuesto, podéis utilizar las frutas que más os gusten, bien solas o en combinación con otras frutas.



jueves, 5 de junio de 2014

Sardinillas en escabeche





Pescado azul por excelencia, tiene un alto contenido en ácidos grasos insaturados (beneficiosos sobre los niveles de colesterol) , es además  una rica fuente de omega 3.
En cuanto a las vitaminas tenemos que destacar en primer lugar las del grupo B, como la B12 y la B1. Además de las vitaminas A, D y E.
Los minerales más presentes en su composición son el fósforo, magnesio, potasio, hierro, zinc y yodo.
Y si comemos su espina, estaremos añadiendo un aporte de calcio a nuestra dieta.
Como veis las sardinas son un alimento muy recomendable, además de económico. Y a pesar de que podemos encontrarlas en las pescaderías casi todo el año, el verano es la época en la que abundan y alcanzan su mejor sabor.

 En cuanto al escabechado, es un método de conservación de alimentos, que consiste en introducir alimentos en un aceite que los cubra y un vinagre que los cueza y no altere su PH.


Para hacer esta receta utilicé sardinillas, que como bien sabéis son más pequeñas y por lo general suelen hacerse fritas, y aunque para escabecharlas me gustan más las sardinas, en esta ocasión opté por hacer la receta con sardinillas, que acababa de comprar.
Las hago tal y como mi madre me enseñó, que es como más me gustan. Espero que también os gusten a vosotros.


INGREDIENTES:
  • 1/2 Kg de sardinillas
  • 4 dientes de ajo
  • 3 hojas de laurel
  • 1 vaso de aceite de oliva 
  • 1/2 vaso de vinagre (125ml)*
  • sal 
  • harina
  • 1 cdta de pimentón de la Vera 
* Si las quieres más suaves añade 125ml de vino blanco (o agua) y 125 ml de vinagre
  • También admiten unos granos de pimienta negra, unas hojitas de romero y/o tomillo; aunque yo no le pongo ni lo uno ni lo otro.

 


ELABORACIÓN:

El primer paso será limpiar bien las sardinas. Hay que limpiarlas de  escamas,  cabeza y tripas. Las lavamos bien, las secamos con papel de cocina , las salamos y las enharinamos, sacudiéndolas un poco para eliminar el exceso de harina.

En una sartén calentamos el aceite de oliva a fuego medio/alto y vamos friendo por tandas las sardinillas, hasta que estén doraditas, pero no excesivamente hechas por dentro.
Conforme vayan saliendo de la sartén, las depositamos en un recipiente de barro, a ser posible, pero nos vale también de cristal.

Una vez fritas todas las sardinas, colamos ese aceite por un tamiz, para que nos quede limpio de la posible harina que hayan soltado (Si esta sucio o muy quemado es preferible partir de aceite nuevo)  Volvemos a poner el aceite a fuego suave, junto con los ajos (bien enteros o laminados, según vuestro gusto) y las hojas de laurel. Cuando los ajos estén dorados, retiramos la sartén del fuego y le añadimos la cucharadita de pimentón dulce y removemos bien, con un movimiento de vaivén de la sartén.
Añadimos el vinagre y volvemos a llevar a fuego suave, hasta que evapore un poco (unos 5 minutos más o menos)

Vertemos sobre las sardinas y dejamos que enfríe a temperatura ambiente. Las llevamos al frigorífico.

Reposadas de un día para otro y consumidas a temperatura ambiente es como más ricas están. Hechas de este modo aguantan perfectamente una semana en el frigorífico. Y si nos apetece también se pueden embotar, de ese modo podemos degustarlas en cualquier época del año.